Callate la boca

Sueño, sommus. Designa tanto el acto de dormir como el deseo de hacerlo.
Mi segunda obsesión.

Sueños que superan la ficción #2

Todo tan extraño y místico como que me hallaba prestandole videojuegos de la xbox (ni siquiera la tengo) a un extraño que era mi amigo. Me limito a invitar a gente que no conozco aún a mi casa a jugar. Cuando llego a 'mi casa' resulta que es una especie de mundo medio helado con puentes altos y grandes de piedra, todo oscuro y nocturno. 'La gente' patina en el río helado debajo de mi puente y un reflejo en ese río de alguien que creia importante para mí me mira y le digo: es magia. A lo que me contesta: todo es magia.
¿Tiene sentido? pues no.
Igual lo habría entendido si el atroz sonido del teléfono no me hubiera despojado del sueño y hubiese seguido descubriendo lo que el maravilloso mundo de mi inconsciente freudiano tiene guardado para mí. Nada que ver con patatas bravas y bebés comestibles.

Podría tener narcolepsia, y caería dormida irreversiblemente en cualquier instante.
Qué gran poder.

Todo lo que realmente somos está ahí, todo eso tan abstracto, que no son vísceras y cosas pegajosas...está en los sueños. Alegría, amor, sabiduría, bienestar, libertad, seguridad, esperanza, pesimismo, decepción, preocupación, enojo, odio, inseguridad, miedo, tristeza, culpabilidad, desesperación. Incluso hambre, sed y pis.

Pero los peores sueños son los de la siesta, por alguna extraña razón que desconozco, son más intensos, más horribles o más bonitos y cuando me despierto de ellos si que no entiendo nada. Me descoloco, me pongo de la comúnmente llamada mala ostia y el resto del día es un poco absurdo.

Dormir no es perder el tiempo. Dormir es soñar. Y soñar es inspiración, es conocer, es imaginar, es ver, es sentir y sobretodo es reconfortante.

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Es mejor callarse la boca y limitarse a observar y escuchar. Ahí es cuando todos se convierten en simios y te das cuenta de las cosas importantes que hay en la vida. Como las patatas bravas.